Construyó su barco-restaurante y hoy es un ícono en Valle de Bravo, la historia de Don David Rodríguez y “Los Pericos”
- Conexión Turística
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Enclavado en las aguas del majestuoso lago de Valle de Bravo, “Los Pericos” no solo ofrece buena comida, sino una experiencia inolvidable que nació del ingenio, el trabajo artesanal y la visión de una familia. Su fundador, Don David Rodríguez, cuenta cómo levantó con sus manos este restaurante flotante.
Por Víctor Hugo Rubio, enviado

En un destino reconocido por su belleza natural y pintoresco, una historia de emprendimiento auténtico y resiliente ha flotado, literalmente, por más de cinco décadas. Se trata del restaurante “Los Pericos”, una joya gastronómica construida sobre el agua y con una historia de éxito que se remonta a 1970, cuando la familia Rodríguez imaginó que la presa Miguel Alemán podía ofrecer algo más que un paisaje espectacular.
Don David Rodríguez, fundador y director de este restaurante flotante, recibió a Conexión Turística y Turismo 360 para compartir, desde lo alto de su embarcación, los orígenes de esta aventura culinaria que hoy es símbolo de Valle de Bravo.
Así surgió la idea de restaurante flotante en 1970
“Mi hermano fue quien trajo la idea. Decía: si tenemos el lago y no se está usando como atractivo gastronómico, ¿por qué no hacer un restaurante flotante?”, recuerda Don David. Así nació el proyecto, inicialmente llamado El Perico Marinero, inaugurado por su padre en el año del Mundial de 1970.

David Rodríguez, fundador y director de "Los Pericos" en Valle de Bravo
El primer restaurante era una estructura modesta de apenas 6 por 6 metros, “una cocinita”, como dice él donde ofrecían platillos sencillos: sopes, caldo de camarón y pescado del lago. La idea fue tan bien recibida por los locales, que pronto la familia decidió ampliarla. Fue entonces que Don David tomó en sus manos la tarea más desafiante: construir él mismo una estructura flotante más amplia, resistente y cómoda, sin perder de vista el objetivo de ofrecer a los comensales una vista inigualable.
“Mientras mis hermanos se enfocaban en la operación del restaurante, yo me dediqué a la construcción. Todo lo hicimos nosotros, y todo flota. No fue nada fácil”, relata con orgullo.

De una “cocinita” de 6 X 6 m2 a una “barcaza” para 140 personas
Con los años, Los Pericos creció en tamaño, capacidad y fama. De 96 metros cuadrados pasaron a tener un espacio para 140 personas. La carta también evolucionó: de un menú básico a una propuesta gastronómica mucho más amplia, que incluye pescados frescos, mariscos, carnes, platillos internacionales y especialidades locales.
“Seguimos teniendo pescado del lago, pero también ofrecemos platillos de alta cocina. Lo importante es que los visitantes no solo vengan a comer bien, sino a disfrutar del paisaje. El plus de este lugar es la vista: estás literalmente flotando sobre el lago”, dice.
Uno de los elementos más llamativos de Los Pericos es su autenticidad: no se trata de una franquicia ni de una copia importada de otro país. Aunque quizás su padre vio alguna referencia en una revista, asegura que en México no existía algo igual: “Este fue el primer restaurante flotante del país, y hasta hoy es el más reconocido”, afirma con convicción.
Hoy, más de 50 años después, Los Pericos es parte del alma de Valle de Bravo. Es más que un restaurante: es un legado familiar, una proeza artesanal y una atracción turística que combina cocina, paisaje y tradición.
En el marco del lanzamiento de la nueva Asociación de Hoteles, Restaurantes y Prestadores de Servicios de Valle de Bravo (HOREPRES), Don David también reiteró su compromiso con el desarrollo ordenado del turismo en la región, apostando por un modelo sostenible donde proyectos como el suyo -nacidos del trabajo honesto y el amor por la tierra- sigan inspirando a nuevas generaciones de emprendedores.

“Aquí estamos y aquí seguiremos, flotando pero firmes, como nuestro barco”, concluye con una sonrisa.