Con las manos en la sazón y el corazón en Valle de Bravo la historia de La Michoacana, restaurante con 48 años de sabor y tradición
- Conexión Turística
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Actualizado: hace 4 días
Desde 1976, La Michoacana ha sido más que un restaurante: es un emblema de la gastronomía local, una referencia turística y una historia viva de esfuerzo familiar que ha crecido al ritmo del desarrollo de Valle de Bravo como destino de alto valor cultural, natural y culinario.
Por Víctor Hugo Rubio, enviado

Enclavado entre montañas y bañado por el lago, Valle de Bravo conserva joyas que son más que postales: son experiencias que se saborean. Uno de esos tesoros es La Michoacana, restaurante que nació del esfuerzo familiar y que, casi medio siglo después, se ha consolidado como un referente de la cocina mexicana tradicional y prehispánica.
Durante un recorrido de prensa, organizado en este destino mexiquense, Omar Balbuena, actual gerente y representante de la segunda generación al frente del negocio, abrió las puertas de su restaurante a Conexión Turística y Turismo 360. En entrevista, recordó con emoción que La Michoacana abrió sus puertas en 1976, impulsada por la visión de sus padres, quienes decidieron aventurarse en la industria restaurantera con una propuesta sencilla pero honesta.
“Fue un crecimiento de mucho esfuerzo, muy bonito, ya 48 años prácticamente con el trabajo en conjunto familiar y una satisfacción enorme de poder ser del gusto del destino en particular y de mucha gente de aquí de Valle de Bravo”, expresó Balbuena.

De sopas y escamoles: una carta para todos los gustos
Lo que comenzó como una cocina tradicional mexicana ha evolucionado con el tiempo hasta convertirse en una de las cartas más amplias del destino. El menú actual es un tributo a la diversidad culinaria del país y, en particular, a las recetas ancestrales del Estado de México. Platos como la sopa de flor de calabaza, el mole ranchero, los escamoles, los gusanos de maguey y los machitos de ternera conviven con preparaciones clásicas como la sopa azteca, la tan pequeña o la sopa de médula.
“Hicimos una fusión entre cocina clásica mexicana y comida precolombina. Tenemos platillos muy típicos y únicos que nos gustaría que vinieran a conocer”, invita Balbuena.
Esta combinación, junto con una ubicación privilegiada y una vista panorámica de 360 grados que abarca el lago, la catedral y los bosques de Valle de Bravo, ha hecho del restaurante un favorito no solo entre los locales, sino también entre visitantes nacionales e internacionales, familias, parejas e incluso grupos y convenciones.

Valle de Bravo: destino completo y accesible
Balbuena no sólo promueve su restaurante, sino que defiende con convicción las múltiples fortalezas de Valle de Bravo como destino turístico. Asegura que la oferta turística es tan diversa como accesible.
“Tenemos desde un paseo en lancha hasta vuelos en parapente, senderismo en bosques, y vistas desde monolitos llenos de energía. Hay experiencias para todos los bolsillos, desde 200 hasta mil pesos. Valle lo tiene todo”, enfatiza.
Gastronomía como motor turístico
En el contexto de un auge global del turismo gastronómico -que según la ONU representa ya el 30% del gasto del viajero-, Balbuena destaca el enorme potencial de México y, en particular, del Estado de México para posicionarse en el mapa culinario mundial. La reciente llegada de la Guía Michelin a México, con reconocimientos a restaurantes de distintas regiones, valida esta visión.
“Estamos peleando el primer lugar de América en gastronomía con Perú. El Estado de México tiene con qué competir. Tenemos ingredientes, técnicas, historia, pasión y ahora también formación académica con nuestra escuela de gastronomía local que va tomando fuerza”, subrayó.
Una invitación con sabor a hogar
La entrevista cerró con una invitación cálida y honesta para descubrir, o redescubrir, Valle de Bravo y saborear su identidad a través de la cocina de La Michoacana.
“Créanme, no se van a arrepentir. Aquí los esperamos con las puertas abiertas. Valle es un entorno maravilloso, y La Michoacana, su casa gastronómica”, concluyó Balbuena.
Así, La Michoacana no es solo un restaurante: es una historia de herencia, sabor, esfuerzo familiar y amor por un destino que, con cada platillo servido, sigue alimentando memorias y consolidando a Valle de Bravo como uno de los grandes protagonistas del turismo gastronómico mexicano.
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